Al oír la palabra modificación se tiende de manera casi inmediata a asociarla con la palabra cambio; sin embargo, son términos que se impulsan mutuamente pues cambiamos aquello que modificamos y lo modificado tiende a cambiar, convirtiendo este proceso en una reciprocidad. Entonces, cuando nos enfocamos en la modificación de la conducta tendemos a ceñir diferentes aspectos que conducen al comportamiento de cada individuo y en cómo éste interactúa con su entorno. De esta manera, la modificación de la conducta está más centrada en el ámbito práctico que en la teoría o literatura general, pues persigue la transformación de las actitudes de un sujeto en su vida cotidiana desde eventos tan básicos como el ver televisión a más complejos como la psicología clínica y la salud.
Resulta innegable que la mayoría de técnicas y métodos utilizados por el enfoque conductual, tanto en evaluación como tratamiento, han sido derivados de los procedimientos experimentales, una vez comprobada su eficacia; pero el modelo de modificación conductual actual concede una especial importancia a las influencias del medio como causa o determinante de la conducta y un menor protagonismo a los factores innatos o hereditarios, aunque no ignora la posible influencia sobre la conducta de determinados factores genéticos o constitucionales. Así pues, el modelo conductual, especialmente en las versiones recientes del mismo, es sensible hacia el bienestar del paciente.
En este orden de ideas, la psicología estudia la mente y el comportamiento, buscando predecir, comprender y estudiar a cabalidad cada aspecto del ser humano, pero más allá de todo esto su perspectiva principal es ayudar a cada individuo a lograr su aceptación personal e integración social.
Es de especial interés para todo psicólogo o profesional relacionado en cualquier aspecto que involucre el ser humano, la comprensión de la modificación de la conducta y la forma en que ello le beneficia. Prácticamente no existe área humana en donde no se pueda aplicar las técnicas para modificar el comportamiento y esto va desde la manera en que los padres educan a sus hijos, las relaciones efectivas, la adecuada rehabilitación de los individuos en los sistemas penales, la debida aplicación en convenios de paz o la atención en los dolorosos resultados de una guerra.
Por lo general, todo sistema de modificación de la conducta persigue un cambio que puede ser de diversas índoles, que van desde la adquisición de nuevos comportamientos hasta la disminución progresiva de un comportamiento disfuncional, lo mismo que puede ser la erradicación o extinción definitiva de una conducta, todo ello envuelto en los ámbitos que involucran al ser humano y los valores tácitos que identifican el principio de lo que es bueno o malo en cada sociedad.
La Conducta, tanto normal como anormal, es principalmente una consecuencia del aprendizaje en las condiciones sociales del medio.
La conducta considerada como normal le permite al individuo asimilar las exigencias y los retos que impone la sociedad, manteniendo un equilibrio en las respuestas y la manera de actuar durante la relación con el medio, en el proceso de satisfacción de sus necesidades y aspiraciones. Cuando se evidencian manifestaciones conductuales que se alejan de las normas elementales de convivencia social, y se hacen sistemáticas las respuestas inadecuadas ante los estímulos que se proporcionan, es posible que el sujeto sea portador de un trastorno de la conducta.
Resulta innegable que la mayoría de técnicas y métodos utilizados por el enfoque conductual, tanto en evaluación como tratamiento, han sido derivados de los procedimientos experimentales, una vez comprobada su eficacia; pero el modelo de modificación conductual actual concede una especial importancia a las influencias del medio como causa o determinante de la conducta y un menor protagonismo a los factores innatos o hereditarios, aunque no ignora la posible influencia sobre la conducta de determinados factores genéticos o constitucionales. Así pues, el modelo conductual, especialmente en las versiones recientes del mismo, es sensible hacia el bienestar del paciente.
En este orden de ideas, la psicología estudia la mente y el comportamiento, buscando predecir, comprender y estudiar a cabalidad cada aspecto del ser humano, pero más allá de todo esto su perspectiva principal es ayudar a cada individuo a lograr su aceptación personal e integración social.
Es de especial interés para todo psicólogo o profesional relacionado en cualquier aspecto que involucre el ser humano, la comprensión de la modificación de la conducta y la forma en que ello le beneficia. Prácticamente no existe área humana en donde no se pueda aplicar las técnicas para modificar el comportamiento y esto va desde la manera en que los padres educan a sus hijos, las relaciones efectivas, la adecuada rehabilitación de los individuos en los sistemas penales, la debida aplicación en convenios de paz o la atención en los dolorosos resultados de una guerra.
Por lo general, todo sistema de modificación de la conducta persigue un cambio que puede ser de diversas índoles, que van desde la adquisición de nuevos comportamientos hasta la disminución progresiva de un comportamiento disfuncional, lo mismo que puede ser la erradicación o extinción definitiva de una conducta, todo ello envuelto en los ámbitos que involucran al ser humano y los valores tácitos que identifican el principio de lo que es bueno o malo en cada sociedad.
La Conducta, tanto normal como anormal, es principalmente una consecuencia del aprendizaje en las condiciones sociales del medio.
La conducta considerada como normal le permite al individuo asimilar las exigencias y los retos que impone la sociedad, manteniendo un equilibrio en las respuestas y la manera de actuar durante la relación con el medio, en el proceso de satisfacción de sus necesidades y aspiraciones. Cuando se evidencian manifestaciones conductuales que se alejan de las normas elementales de convivencia social, y se hacen sistemáticas las respuestas inadecuadas ante los estímulos que se proporcionan, es posible que el sujeto sea portador de un trastorno de la conducta.
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