El condicionamiento de escape, la probabilidad de la
respuesta objetivo se incrementa. Otro término para denominar al
condicionamiento de escape sería reforzamiento negativo (Skinner, 1953). El
término reforzamiento indica que es análogo al reforzamiento positivo, ya que
en que en ambos casos se fortalecen respuestas. El término negativo indica que
el efecto de fortalecimiento ocurre porque la respuesta lleva a la eliminación
de un estímulo aversivo.
El condicionamiento de escape es habitual en la vida
cotidiana. En presencia de un destello brillante, hemos aprendido a escapar de
la intensidad de esa luz cerrando los ojos o frunciendo el ceño. Cuando una
habitación es muy fría, escapamos poniéndonos un abrigo. Cuando hace mucho
calor escapamos del mismo encendiendo el ventilador o el aire acondicionado. Si
hay obras en la calle debajo de casa cerraríamos las ventanas para escapar del
ruido.
El condicionamiento de escape tiene la desventaja de que el
estímulo aversivo debe estar presente para que ocurra la respuesta deseada. Por
ejemplo, se coloca a un niño en una silla tras haber cometido una “falta” y se
le dice que debe tomar una postura correcta cuando suene el clic de una
campana, al estar pendiente del sonido, antes de que éste ocurriera, mostraba
una buena postura. Por este motivo, el condicionamiento de escape no suele ser
una contingencia final para mantener la conducta, sino más bien un entrenamiento
preparatorio para el condicionamiento de evitación.
Así, al niño le influyó el condicionamiento de evitación después
de haber mostrado conductas de escape. El principio de condicionamiento de
evitación establece que la frecuencia de una conducta aumentará si previene la
ocurrencia de un estímulo aversivo. Durante el procedimiento de evitación
empleado con el niño, una buena postura evitaba la ocurrencia del tono. Nótese que tanto el condicionamiento
de escape como el de evitación implican la presentación de un estímulo aversivo
y en ambos aumenta la probabilidad de la conducta.
No obstante, una respuesta de escape elimina un estímulo
aversivo que ya se ha presentado, mientras que la respuesta de evitación impide
que ocurra el estímulo aversivo.
El clic del aparato cuando el niño se encorvaba era un estímulo
de advertencia, también denominado estímulo
aversivo condicionado, que señalaba la aparición del tono tres segundos
después. El niño aprendió rápidamente a erguirse ante el sonido del clic para
evitar el estímulo aversivo de apoyo, el tono. Este tipo de condicionamiento de
evitación, que incluye una señal de advertencia, que permite a la persona prepararse
para el estímulo aversivo inmediato, se conoce como condicionamiento de
evitación discriminada.
Debido a que el
sonido del clic se convirtió en castigo condicionado mediante los emparejamientos con el estímulo aversivo
de apoyo, el procedimiento usado con el niño también incluía un componente de
castigo. Si el niño estaba encorvado, el sonido del clic, un castigo condicionado,
tenía lugar. Por esto, el niño empezó a llevar el aparato, se reforzó que
estuviera erguido mediante condicionamiento de escape y se mantuvo la postura
correcta mediante condicionamiento de evitación, mientras la postura encorvada
se castigaba inmediatamente. No es sorprendente entonces que los resultados
fueran tan espectaculares.
El condicionamiento de evitación también es habitual en la
vida cotidiana: en muchas aulas, los niños aprenden a responder adecuadamente
fundamentalmente para evita hacer el ridículo o las malas notas; el sistema
legal se basa sobre todo en el condicionamiento de evitación; se pagan los
impuestos para evitar ir a la cárcel; se mete dinero en los parquímetros para
evitar las multas; se pagan las multas para evitar una citación del juzgado.
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