El comportamiento está claramente afectado por sus consecuencias
y por ello, aumenta la frecuencia de la conducta que se refuerza y decrece la
de la conducta no reforzada. Sin embargo, cualquier conducta es acertada
siempre que se produzca en la situación y el momento precisos; por ejemplo, es
deseable que los carros paren cuando el semáforo está en rojo y no cuando está
en verde. Al realizar perfectamente un doble salto mortal hacia atrás en una
competición gimnástica lograríamos los puntos deseados, pero no tendría el
mismo efecto hacerlo en la primera entrevista de trabajo en la selección de
personal de una empresa. A medida que aprendemos nuevas destrezas, también
aprendemos a generarlas en el momento y el lugar adecuados pero, ¿cómo lo
logramos?
Para comprender este proceso, hemos de darnos cuenta en
primer lugar de que siempre estamos rodeados de personas, entornos y objetos
cuando la conducta es reforzada o extinguida. Por ejemplo, cuando un niño juega
en la calle con los amigos y dice groserías, es probable que la atención y las
risas que recibe sirvan de refuerzo, pero cuando está comiendo con los abuelos
el domingo, es poco probable que le refuercen decir palabrotas y más probable
que incluso le castiguen. Tras unas cuantas experiencias de este tipo, las
personas y los objetos que estaban presentes durante el refuerzo y la extinción
se convierten en claves para la conducta.
Cualquier situación en que una conducta aparezca se puede
analizar conforme a tres aspectos: (a) los estímulos antecedentes, es decir las
condiciones que existen inmediatamente antes de que la conducta se produzca;
por ejemplo, la presencia de los amigos o estar sentado a la mesa en casa de los
abuelos justo antes de que el niño diga una palabrota, (b) la conducta en si
misma; en el ejemplo, decir la palabrota, y (c) las consecuencias del
comportamiento; ya sea la aprobación de los amigos o la desaprobación de los
abuelos. Los estímulos son las personas, objetos y acontecimientos presentes en
la proximidad del entorno y que podamos detectar mediante los receptores
sensoriales. Sillas, libros, luces, bolígrafos, árboles, zapatos, otros objetos
visibles o cualquier cosa constituye un estímulo potencial, al igual que
cualquier tipo de sonido, olor, sabor o contacto físico con el cuerpo.
La identificación de antecedentes y consecuencias de la
conducta también se denomina a veces evaluación ACC (antecedentes, conducta,
consecuencias).
Cuando un comportamiento se refuerza en presencia de un
estímulo determinado y no de otros, ese estímulo comienza a ejercer cierto
control sobre la probabilidad de que la conducta ocurra. Por ejemplo, al final
del programa en una escuela primaria, cuando los alumnos veían un cartel que
mostraba en grande letras rojas, ATIENDE A LA PROFESORA, etc., escuchaban atentamente
lo que ella les explicaba, porque hacerlo estaba reforzado por la presencia de
ese estímulo. En este caso, diríamos que el estímulo controlaba la conducta. Cuando
es más probable que determinado comportamiento se produzca en presencia de un
estímulo, pero no de otros, decimos que ese comportamiento está bajo el control
de ese estímulo.
El término “control del estímulo” se refiere al grado de
correlación entre un estímulo y la posterior respuesta. Por ello, el control
eficaz o adecuado del estímulo hace referencia a la situación en que hay una
correlación alta entre la presencia de un estímulo concreto y la producción de
determinada respuesta; en otras palabras, si aparece el estímulo, es probable
que a continuación lo haga la respuesta. Por ejemplo, suponga que acaba de meter
una moneda en una máquina expendedora y
busca su dulce favorito; ve el nombre del producto junto a uno de los botones y
lo presiona. El letrero ha ejercido un control del estímulo adecuado sobre su
conducta de presionar el botón. De la misma manera, al acabar la clase con el
enunciando ATIENDE A LA PROFESORA, etc. era un estímulo que ejercía un buen
control sobre la conducta de prestar atención por parte de los estudiantes.
Algunos estímulos son buenos predictores de que una conducta
será reforzada, en tanto que otros predicen de manera estable que la conducta
no será reforzada. El letrero, FUERA DE SERVICIO, sobre una máquina expendedora
es una clave que indica que la acción de insertar dinero no será reforzada. La
presencia de una taza vacía es una clave que indica que si la acerca a la boca,
no conseguirá beber nada. La experiencia nos hace aprender la conveniencia de
no llevar a cabo determinar acciones en presencia de determinados estímulos
porque no van a ser reforzadas. Por tanto, un control adecuado del estímulo
también se produce cuando un estímulo concreto controla la ausencia de un
comportamiento específico, debido a que éste nunca ha sido reforzado en
presencia de aquel.
Denominamos aprendizaje de la discriminación del estímulo al
proceso mediante el cual se logra emitir una conducta específica en presencia
de determinados estímulos y no en la de otros. El procedimiento para el entrenamiento
en la discriminación de estímulos implica reforzar un comportamiento en
presencia de un estímulo determinado, y la extinción de ese mismo
comportamiento en presencia de otros estímulos diferentes.
Tipos de Estímulo:
- Estímulo discriminativo: Es aquel que señala la probabilidad de que una determinada respuesta sea reforzada. La presencia de un estímulo discriminativo hace más probable la aparición de la respuesta que ha sido reforzada en su presencia y por ello podemos considerarlo como uno de los tipos de estímulo que controla el comportamiento. En sentido amplio, el estímulo discriminativo es una señal que indica que «tiene cuenta» emitir determinada respuesta.
- Estímulo Delta: es el que está presente cuando una respuesta está siendo sometida a extinción o castigo. La presencia de un estímulo delta reducirá la probabilidad y/o tasa de la respuesta que fue castigada o extinguida en su presencia. En general, el estímulo delta funciona como señal que indica que no “tendrá cuenta” emitir determinada respuesta.
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