Moldeamiento e Imitación


La conducta que no se da nunca no puede ser reforzada y, por consiguiente, no puede aumentarse por medio del reforzamiento.

El moldeado se define como el desarrollo de una nueva conducta mediante el refuerzo sucesivo de aproximaciones a esa conducta y la extinción de esas mismas aproximaciones a medida que se va configurando el comportamiento final deseado.


Consiste en presentar una conducta que se ha de imitar con el propósito de enseñar y provocar esa conducta en otra persona. El procedimiento implica el reforzar aproximaciones cada vez más cercanas a la respuesta objetivo. Al principio puede reforzarse prácticamente cualquier respuesta parecida a la deseada para progresivamente ir sólo reforzando las que constituyen el objetivo final. Estas técnicas se han utilizado con cierto éxito en población con discapacidad mental y autistas.


Ayuda a establecer comportamientos que la persona nunca realiza. Para ello, los profesionales comienzan reforzando una respuesta que aparece con una frecuencia superior a cero y que se parece, al menos vagamente, a la respuesta final deseada.

Los comportamientos que vamos adquiriendo lo largo de su vida se desarrollan a partir de diversas fuentes e influencias. A veces surgen porque generamos alguna acción inicial y el entorno, físico o social, refuerza pequeñas variantes de la misma durante varios ensayos, con lo que al final, la conducta última moldeada ha dejado de parecerse al punto de partida inicial. Por ejemplo, muchos progenitores intentan usar el moldeado para enseñar a hablar a sus hijos. Cuando los bebés empiezan a balbucear, emiten sonidos remotamente semejantes a algunas palabras propias del idioma y es entonces cuando madres y padres refuerzan las emisiones con abrazos, caricias, besos y sonrisas. Por lo general, todos los sonidos que parecen indicar las palabras “mamá” y “papá” reciben una dosis excepcional de refuerzo. Posteriormente, estas palabras aparecen y son extraordinariamente reforzadas, en tanto que los sonidos previos, sólo parecidos a “ma” y “pa” son sometidos a extinción. Finalmente, los niños reciben refuerzos al emitir correctamente "mamá” y "papá” y las aproximaciones previas más titubeantes son extinguidas.

El mismo proceso se repite con otras palabras. En primer lugar, los niños reciben refuerzos cuando emiten aproximaciones muy alejadas de algunas palabras del idioma del entorno, para pasar a continuación a una fase de "habla infantil”, en que el refuerzo sigue a aproximaciones ya más cercanas a palabras reales. Por último, las personas del entorno demandan de los niños que pronuncien las palabras conforme a la práctica habitual del grupo social antes de otorgarles el refuerzo. Por ejemplo, cuando los bebés piden “ag”, se les da un vaso de agua, con lo que sí tienen sed, la respuesta es reforzada; posteriormente, tendrán que decir “aga” y no “ag” para obtener el agua y finalmente, tendrán que pedir “agua” antes lograr este reforzador.
Existen cinco aspectos o dimensiones del comportamiento sensibles al moldeado: topografía, frecuencia, duración, latencia, e intensidad o fuerza.
  • La topografía hace referencia a la configuración espacial o forma de una respuesta concreta; es decir, los movimientos específicos implicados en su generación. Por ejemplo, escribir una palabra con mayúsculas o con minúsculas son dos muestras de la misma respuesta con topografías diferentes. Otros ejemplos de moldeado de la topografía se producen cuando se enseña a los niños a dejar de escribir en letras mayúsculas para hacerlo en minúsculas, cuando se moldea su lenguaje para que digan “ma-má” en vez de “mamá”, cuando aprenden a patinar sobre hielo con grandes zancadas en vez de pasos cortos, o cuando se modifican los movimientos de los dedos para comer con palillos. 
  • Se suele denominar frecuencia o duración de un comportamiento a su cuantía. La frecuencia de una conducta es la cantidad de veces que ocurre dentro de un periodo de tiempo determinado. Los ejemplos de moldeado de frecuencia incluyen el incremento en el número de pasos o distancia que un niño recorre en un programa de ejercicio físico o el aumento del número de veces que un jugador de golf practica un golpe determinado.
  • La duración de una respuesta es la cantidad de tiempo de permanencia de la misma. Los ejemplos de moldeado de la duración incluyen el alargamiento gradual del periodo de estudio antes de hacer un descanso, o el ajuste del tiempo dedicado al batir la mezcla hasta lograr la consistencia idónea para los pasteles.
  • La latencia hace referencia al tiempo que transcurre entre la aparición de un estímulo y el inicio de una respuesta, y por ello también se denomina habitualmente tiempo de reacción. Por ejemplo, en un concurso de televisión, la latencia es el tiempo que tardan los concursantes desde que terminan de oír la pregunta, hasta que pulsan el botón para elegir la respuesta.
  • La intensidad o fuerza de una respuesta hace referencia literalmente al efecto físico que la respuesta produce o podría producir en el entorno. Como ejemplo de moldeado de fuerza, imaginemos un joven granjero cuyo trabajo consiste en sacar agua de un pozo utilizando una vieja bomba de mano. Cuando se instaló, la bomba estaba recién engrasada, con lo que había que ejercer poca presión para subir y bajar la palanca con facilidad. Sin embargo, supongamos que la bomba se ha oxidado debido a la falta de un engrase regular. Es probable que el joven aplique a diario más o menos la misma fuerza, pero cuando el esfuerzo no está reforzado por la extracción de agua, debido al incremento diario del óxido acumulado, seguramente aplicará un poco más de presión para obtener el agua. Durante varios meses, el comportamiento del joven se habrá ido moldeando, de manera que al cabo del tiempo aplicará muchísima presión en cuanto empieza a trabajar, lo cual implica una conducta final muy diferente al comportamiento inicial, que consistía en mover suavemente la manivela de la bomba. 

1 comentario:

  1. Gracias por especificar detalladamente los aspectos a considerar en el proceso de moldear una conducta.

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